En la tumba de Karl Marx en el cementerio de Highgate (Londres), con José Luís Churruca, Rafa Giménez y los curas vascos don Emeterio y don Eugenio
"Pues Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos”. Con estas palabras despedía Friedrich Engels a su hermano Karl Marx en el cementerio de Highgate (Londres) el 17 de marzo de 1883.
Como niño que se ha criado oyendo repetir en casa la décima tesis del filósofo alemán sobre su colega Feuerbach, aquella que dice “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, el valor instrumental del pensamiento en el cambio social ha estado siempre muy presente. En esta obra hemos intentado resumir esta practicidad reuniendo la mayor parte de los escritos de actualidad de José Iglesias Fernández entre 2004 y 2020, publicada a su vez prácticamente en su totalidad en la plataforma alternativa de información contrahegemónica Kaos en la Red (2) .
La colaboración con mi padre nació con el cambio de siglo ante el convencimiento de que no tenía nada sorprendente que ofrecerle por su cumpleaños y ya entonces se auguraba que iba a ser un regalo en dos direcciones: “¿y por qué no te hago un web?”. Desde entonces, la intrincada tarea ha sido siempre un motivo para el encuentro y progresivamente la implicación en su obra. En los últimos años, al notar un casi imperceptible desfallecimiento por su parte, el generoso repositorio que para sus lectores supone rentabasica.net se ha visto reforzado con la intimidad que ha supuesto joseiglesiasfernandez.es (3).
Es en este sentido de ir labrando su propia herencia, del que se nutren los volúmenes recopilatorios que ha ido pergeñando trabajosamente estos últimos años (4). Aunque tras el ligero bajón ha vuelto a producir ingentemente y de forma prometedora, estos tomos llevan una dedicación sistemática que ha supuesto que debía incorporarme a la labor. Y ha sido en una de las facetas que más le han valido mi admiración: siempre ha sido más cañero, más radical, que yo. Cuando volví de uno de los viajes que me tenían años alejado de la vida condal, en una manifestación contra la guerra a la que acompañé a mis progenitores, se nos aproximaron unos jóvenes que por vestimenta y actitud se podían intuir más cercanos al ex Autonomía Obrera y seguidor del Black Block, al José Iglesias de la chaqueta de cuero y el pañuelo palestino, pero se dirigieron directamente hacia el José Iglesias de la corona de canas, a felicitar al que consideraban su referente en ese momento. Para mantener el rumbo, qué gran suerte ha sido tener un padre que siempre ha estado a tu izquierda
Y he sido testigo de que le ha costado. Su lucidez crítica e incorruptibilidad le han llevado a pagar un precio. Decía Pier Paolo Pasolini que “hay que ser muy fuerte para amar la soledad. Hay que tener buenas piernas y una resistencia fuera de lo común. Hay que evitar los resfriados, la gripe y la gota. No se debe temer a rapiñadores y asesinos. Si toca caminar toda la tarde o quizá toda la noche, hay que saber hacerlo sin pensar mucho. Sentarse no se puede, especialmente en invierno, con el viento sobre la hierba mojada y con las piedras entre la basura, húmedas y fangosas. No hay ninguna gratificación, de eso no hay duda, salvo la de tener por delante un día y una noche sin deberes o límites de ningún género".
Pero ese relativo aislamiento –de los premios, de los reconocimientos, académico o institucional- se ha visto recompensado con un intenso cariño y una acogida cálida por parte de todas las comunidades de base (5) y movimientos anticapitalistas que le han invitado a compartir, y sobre todo, en el caso que nos ocupa, han realimentado esa posibilidad de mantener una visión analítica que no conoce límite ni censura. Es curioso, o no tanto, que este libro comience con un repaso demoledor a todas las personalidades de 2004 y se cierre, temporalmente, con uno igualmente contundente sobre las de 2020. Sin amargura, pero sin olvido, como cantaba en I Shall be Released su amado Dylan -que también recibe lo suyo en este volumen-: “Yet I remember every face / Of ev'ry man who put me here”. Su producción no deja títere con cabeza.
Porque una de las cuestiones que me han resultado más interesantes al ir buceando en su trayectoria ha sido la continuidad y coherencia de su agenda de temas (y también, aunque queda en un campo más personal, de la hilación, el arraigo de dichos temas, con las historias vitales con las que me he ido familiarizando a lo largo de la vida). Como Charles Baudelaire (-Hypocrite lecteur, -mon semblable, -mon frère!) en Las flores del mal, José Iglesias Fernández no escribe para espantar sus demonios, sino más bien para conjurarlos. Pero, como en una salmodia de su Galicia natal, “haberlos, haylos”. La pobreza, la pertenencia a la clase obrera, la lucha, el internacionalismo, no se ven desde la perspectiva del académico burgués, sino desde la del que las ha vivido. De ahí el interés específico de estos artículos, la visión del niño pobre que fue y que, en palabras de Newton, si ha podido ver más lejos es porque, en Ollargan y en Inglaterra y con el denodado apoyo de mi madre, se alzó sobre los hombros de gigantes (6).
De esta manera, en primer lugar en cuanto a la selección que presentamos, los acontecimientos cotidianos que toca, la deslocalización, las rentas básicas y el PIRMI, el reformismo de los movimientos alternativos desde las CUP a Podemos, las pensiones, van tomando volado intelectual, no constituyen sólo apuntes de actualidad sino excusas para un análisis de fondo de algunas de las facetas estructurales del sistema capitalista, su objeto nuclear de estudio, el que determina cómo vivimos, nuestra némesis, nuestras historias. Todo lo demás son avatares que toma el demonio.
Y tercero y último, el complejo de Casandra familiar. Cuando en la asamblea de barrio saludan nuestra desgraciada capacidad de previsión –hay que recordar que las profetisas acaban todas sacrificadas-, desconocen que todo se debe a una fidelidad al método, y no a las corazonadas como es característico de la izquierda emocional (10). Uno de los motivos de atracción de la presente compilación no sólo es la continuidad, o la coherencia, del autor, sino además una cierta capacidad de avanzarse a los debates que luego van a estar en boca de todos, como hizo en su momento con el modelo débil y fuerte de la propia renta básica, y que aquí se muestra por ejemplo en cómo se adelantó en realizar propuestas originales como despiezar la Constitución del 78; en el cuestionamiento, sí de la monarquía parasitaria, pero también del republicanismo descafeinado; de la colisión entre derechos “humanos” públicos y privados; la contaminación de la derecha nacionalista; la profesionalización de las ONGs o la mercantilización de la pobreza, el desmontaje de las trampas y sobornos encubiertos de celebraciones y premios, o la mezcla de estos tres últimos en la pieza sobre lo que se deja entrever de la ideología subyacente y la captación del capital de los pobres en la concesión del Premio Nobel al por entonces idolatrado banquero de los microcréditos (y hoy hasta procesado por el propio sistema por estafa).
orque, aunque a Iglesias le inquietan más las políticas que los políticos, no hay personaje intocable. En ningún campo, Al ritmo de Marvin Gaye “…ain't no mountain high enough / Ain't no valley low enough / Ain't no river wide enough / To keep me from getting to you…” podremos ver ir desfilando a los popes de una generación, retratados sin pelos en la lengua, y algunos de ellos, incluso con su rebaño de acólitos. Este libro es como la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band que hemos elegido para encabezar este texto. Están (casi) todos los que son y son todos los que están. Y como los artículos que transcienden su significado inmediato, como en la cubierta del disco, todos están presentes porque todos son representantes, el ajuste de cuentas nunca es personal.
Pero, si bien no hay olvido, tampoco amargura. Si por parentesco ha parecido que hemos podido pecar de cierta solemnidad, recordemos que Iglesias disfruta escribiendo este tipo de textos, podríamos decir que le compensa la profundidad y la entrega que le exigen sus obras capitales. I am a child, I'll last a while / You can't conceive of the pleasure in my smile (11). Junto al niño pobre asoma el niño republicano de Haro Tecglen (12), el pillo, el golfo irreverente de sus años mozos. No es una metáfora, por edad, mi padre tiene algún diente de oro, y ese es el que brilla justo antes de hincar el colmillo retorcido en algún pedazo jugoso de la actualidad.
Ese gallego socarrón, pero también sentimental, al que se le nublan los ojos con Rosalía y Castelao, pero que tiene la mirada clara y cristalina en el instante decisivo, en el momento de decidir Which side are you on? (13)
Espero que disfruten… Salud y alegría.
José Iglesias Etxezarreta, Barcelona, 8 de junio de 2020
El autor de esta página junto con el autor de la Renta Básica y de sus días. Rivera del Támesis, barrio de Pimlico, Londres, circa 1965
El propósito de publicar este libro ha sido el de reunir más de dos centenares de artículos escritos por el economista crítico José Iglesias Fernández desde 2004 hasta 2020, fecharlos y ofrecer al lector un acceso ordenado y diáfano a tan ingente y variada obra.
Crónicas desde el margen indica la posición del analista radical de la sociedad capitalista, siempre emplazado en el límite de lo decoroso o aceptable, condenado a habitar en un hinterland intelectual, alejado de los centros de poder y los reconocimientos académicos, no siempre agradable y muchas veces solitario, pero que le hace prácticamente invulnerable a la adulación por rebajar el tono y el alcance de sus dardos, mella del filo que tantas veces nos ha sonrojado en grandes iconos críticos.
Si bien es cierto que la vida de Iglesias, que se puede ver en esta obra cómo de engarzada se halla con el fondo y el estilo de sus artículos, le ha forjado un carácter profundamente escéptico sobre los cantos del establishment, que también se ve reflejado en estos escritos, y que le permite sobrellevar sin demasiado sacrificio el estruendo de los escandalizados y ofendidos
Porque hay dos grandes facetas que queremos resaltar en esta obra, por qué resulta importante y didáctica frente a las más nucleares del autor, como pueden ser su monumental aportación a la Renta Básica, su activa participación en la defensa de las pensiones públicas, o su brega actual por levantar un modelo funcional de municpalismo comunalista.
En el segundo, por su plena, y sorprendente, vigencia. Iglesias no sólo dice las cosas, sino que las dice muy avanzado a su tiempo y cuando era peligroso hacerlo por el extremado riesgo de ser reducido al silencio, al absoluto ostracismo, el instrumento de represión característico del capitalismo intelectual. Desde el rey hasta el ruido de sables, la perenne apropiación de la pobreza, la banca siempre gana, de Bob Dylan a Boadella, como síntomas de un sistema político y cultural corrompido por su naturaleza esencialmente desigual, se abordan en estas páginas que, aunque escritas ayer, siguen igual de cortantes hoy. Les recomendamos que disfruten, pero tengan cuidado con las yemas de sus dedos al pasarlas… puede que se sientan reflejados en algunos de los espejos y los espejismos desportillados.
José Iglesias Etxezarreta, Barcelona, 27 de diciembre de 2020