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Manifiesto en defensa del voto por la abstención

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Escrito poco antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004, y revisado después por su autor, este artículo no llegó a nuestra redacción a tiempo de ser publicado en el número anterior [El Viejo Topo, número 191], correspondiente al mes de abril. En él se polemiza con la breve nota de opinión, firmada por el director de esta revista Miguel Riera, en la que, a juicio de José Iglesias, se invitaba a los abstencionistas a votar para desalojar al PP del poder. Iglesias da aquí sus razones para no votar, y reivindica a no hacerlo.

U na llamada al “no voto”…

Ahora bien, si esta vez me paro a escribir sobre el derecho a la abstención, es porque me llama la atención una convocatoria a los abstencionistas que hace El Viejo Topo, prestigiosa revista de izquierdas; una llamada, eso sí, respetuosísima. Como abstencionista que soy, y ante tal interpelación directa, me siento obligado a explicar mi postura política, a dar las razones de mi voto abstencionista. Es un tema al que hace tiempo quería dedicarle una cierta consideración, y aún que no es el caso del buen proceder de esta revista, es muy frecuente oír frases de condena durante el período de elecciones contra las personas que tenemos nuestras razones para practicar la abstención.

Algunas de mis razones para la abstención… Comenzaré por recordar que si los diputados, los senadores y los ediles de cualquier cámara u ayuntamiento pueden legítimamente abstenerse cuando votan, ¿por qué no lo puedo hacer yo? Introduzco estos ejemplos para señalar algunas personas que, por una razón u otra, no acuden a votar o practican la abstención cuando la juzgan oportuna, sin que por ello nadie los considere abstencionistas.[4] Recuerdo esta práctica porque se da la circunstancia de ser estas personas las que más despiadadamente nos critican o nos presionan a ‘cumplir con nuestro deber de ciudadanos’. Ahora bien, dicho esto, ¿cuáles pueden ser mis razones de fondo?

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