Si, como dicen los latinos, el trabajo significa tortura, no podía estar en la mente de Dios tomarse la molestia de crear un paraíso para torturar a su ser más querido: el hombre. Precisamente, el Génesis afirma que "creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los crió macho y hembra; y los bendijo Dios, diciéndoles: Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra”. En esa secuencia de la creación de la tierra, leemos en el Génesis como Dios, después de "hacer la tierra y los cielos, [se da cuenta de que] no había aún arbustos ni hierbas, por no haber llovido ni haber todavía hombre que la labrase, ni rueda que subiese el agua con que regarla”. Tuvo que formar Dios "al hombre del polvo de la tierra [e inspirarle] en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre un ser animado”. Seguidamente, se imponía la necesidad de crear algún lugar donde pudieran vivir criaturas tan formidables y queridas, por lo que "plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén y allí puso al hombre. Hizo Yavé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar y el árbol de la vida, y en el medio del jardín el árbol de la ciencia del bien y del mal.
San Pablo es el Apóstol por excelencia que va a establecer y difundir las bases de la moral cristiana. De aquí que tracemos la influencia que sus enseñanzas doctrinales van a tener en la moral occidental y, especialmente, en condicionar esa actitud tan extendida de considerar el trabajo asalariado como una actividad que dignifica a las personas. Manteniéndose fiel a la condena de Yavé Dios, San Pablo denostará la condición femenina y dignificará el trabajo como base de la expiación del pecado original. Lo que da pié a que, entre los oponentes a la concesión de la RB, haya quién le cite textualmente para defender esta oposición.
La visión que los laboriosos tienen del mundo es que las comunidades humanas han de vivir como si fuesen colonias de hormigas o termitas. La actividad humana ha de organizarse de manera similar a la de un hormiguero; cada persona un rol, cada rol un trabajo, la persona está integrada en la medida que desempeña su rol, en la medida que vive para el trabajo. En las sociedades actuales, el rol de las hormigas-propietarias del capital es decidir y apropiarse de la riqueza, mientras que el de las hormigas-obrero es la de trabajar (dignamente y socializadas, eso sí) a las órdenes de las anteriores. En medio están las hormigas que componen los ejércitos, los sistemas educativo, político y jurídico, los cuerpos policiales y de seguridad del estado, los medios de comunicación, todas ellas con roles dedicados a cuidar que el "orden natural capitalista" se mantenga y reproduzca sostenidamente, que es la forma más "académicamente correcta" de pronunciarla.
Para los que defendemos la RB, una de las primeras premisas que tenemos en común es que, en el sistema capitalista, lo que predomina es el trabajo asalariado, alienante y explotador, y no el libre ejercicio de todas las facultades de la persona. Pero, incluso en el supuesto de que el trabajo fuese un elemento de dignidad, a la hora de trabajar habría que cuestionarse el por qué, para qué, para quién y, además, por qué este tendría que ser objeto de imposición. En el supuesto de que el trabajo socializase, ¿socializa para qué/quien? ¿es qué no hay otros métodos y medios?
En este artículo, no nos vamos a parar a demostrar como el desarrollo del derecho a una RB, independientemente del trabajo y de toda contribución productiva en general, más bien conllevaría a reforzar la consecución del derecho al trabajo, y no a debilitarlo. Nos centraremos más bien en explicar esa resistencia mental, ese peso de la moral judeocristiana, esa actitud religiosa que, implícita o explícitamente, manifiestan los laboriosos religioso-sindicalistas contra el derecho ciudadano a una RB. Parafraseando a P. Rodríguez, no sólo tenemos una estructura mental conservadora para ser de derechas, sino que también la tenemos para ser de izquierdas.