Las gentes de Balabre, la coordinadora estatal contra el paro, la pobreza y la exclusión social, han tenido la oportunidad de conocer de cerca- de la mano de Food not Bombs y otros grupos implicados en la denuncia de la exclusión social- la realidad del modelo de democracia y desarrollo norteamericano durante una gira de dos meses por las tierras de EEUU, Canadá y Quebec.
Este libro nos ayudara a comprender que el modelo de acumulación capitalista norteamericano, en una economía cada vez más globalizada, condena a la miseria y la exclusión social a una parte creciente de la población mundial, y que la guerra contra la pobreza deviene cada vez con mayor intensidad una guerra con tra las personas pobres.
Comenzaremos por las cifras que pública el Gobierno federal de los EUs sobre las personas que viven por debajo de la línea de pobreza. El Gobierno federal clasifica como pobre oficial a toda aquella persona con ingresos por debajo del nivel o umbral de pobreza, y no-pobre a quien esté por encima. A efectos de conceder las ayudas sociales, cada uno de los estados ha definido su propio nivel de necesidad, el cual puede variar con respecto al federal. El índice de pobreza federal provee el umbral que sirve de base para determinar el nivel de desigualdad de la nación y buena parte de la ayuda que los Gobiernos federal y por estados dedicarán a la pobreza.
De acuerdo con las estimaciones oficiales, 14 personas de cada cien eran pobres en 1995. En términos absolutos, había unos 37 millones de pobres, casi la misma población que vive en España. Si miramos hacia atrás, comprobamos como el número de pobres en términos absolutos apenas ha cambiado desde 1960. Uno de los factores principales que ha hecho descender la tasa de pobreza, ha sido el aumento total de la población, y no tanto las políticas de ayuda social a los necesitados. Como indicábamos al principio, la sociedad estadounidense es multiracial. Dentro de esta diversidad, la pobreza golpea con diferente intensidad. En 1995, la tasa de pobreza de las personas de raza negra o latina 44 triplicaba a las de raza blanca.
Si dentro del factor raza incluimos la variante género, la tasa de mujeres pobres es 7.6 puntos mayor que la de los hombres. Y dentro del grupo de hombres, tenemos otra vez que los negros y los latinos triplican la tasa de pobreza del ‘hombre blanco’. Lo mismo ocurre dentro del grupo femenino, aunque aquí se acentúa más la tasa de mujeres negras y latinas pobres con respecto a la de las mujeres blancas. Finalmente, si combinamos el factor raza con el de la edad, y esta la subdividimos entre mayores de 65 años y menores de 18 años nos encontramos con que los pobres negros y latinos viejos son casi 3 veces más numerosos que los blancos; la misma relación se da en la edad que comprende desde los niños/as hasta los/as jóvenes, aunque con tasas más acentuadas en este caso. ¿Que sistema es este que condena a un 20% de sus niños y a un 11% de sus mayores a vivir en la extrema pobreza? Hasta aquí hemos considerado la situación de los 36,4 millones de personas que, según el Gobierno, están viviendo por debajo de la línea oficial de pobreza. Análisis más críticos con este índice señalan la existencia de millones de personas que trabajan con dedicación plena, pero con salarios que no les alcanza para comprar el resto de las necesidades básicas: especialmente vestimenta, vivienda, atención médica. Debido a las limitaciones que contiene la definición oficial, bastantes más personas estarían por debajo de la línea de pobreza si se tuviese en cuenta la renta neta (deducidos los impuestos), o los gastos por varios tipos de atención sanitaria indispensable. Cuando quieren saber que pobres habría si incrementasen la cantidad que define la línea de pobreza en un 25%, entonces el número de pobres ascendería a unos 49 millones de personas, casi un 19% de la población total