“El ser humano es la criatura más débil de toda la creación”, nos asegura Pascal. Pero esta fragilidad no quita para que, aunque “las fuerzas del universo lo aplasten, el hombre continuará siendo el ser más noble de toda la tierra, ya que es la única criatura capaz de darse cuenta, no sólo de que muere, sino también de la fuerza que la naturaleza ejerce sobre él”. Para este pensador, es entonces toda esta consciencia del ser humano lo que hace que “la dignidad del hombre se apoye más en el hecho de pensar, que no en los conceptos de espacio o tiempo, los cuales en ningún caso es capaz de llenar”. Por tanto, dice, “dediquémonos a pensar bien: pues esto es la base de la moral”.[1]
Esta reflexión nos presenta una primera cuestión. Si el objetivo de Pascal es afirmar el poder y la dignidad del pensamiento humano, y que el reconocimiento de su propia imperfección es la grandeza del ser humano, la pregunta que inmediatamente surge es: ¿cómo es posible que él encuentre tan natural “que todos los hombres se odien entre ellos?”.[2]
Si pasamos de la moral a la religión comprobamos como la respuesta que nos dan los profetas consiste en señalar que toda esta relación conflictiva entre los hombres tiene su origen en el pecado original. Que la fraternidad entre los seres humanos no será posible hasta que se cumplan los misterios divinos manifestados en sus profecías. Por ejemplo, Isaías vaticina que hasta que no llegue el reino de Yaveh no reinará la paz universal: es decir, será entonces cuando el mundo se convertirá en un lugar donde se “juzgará en justicia al pobre y en equidad a los humildes de la tierra... el tirano y el impío serán juzgados por decreto... [Será un mundo de paz] donde el lobo habitará con el cordero y el leopardo se acostará con el cabrito, y comerán juntos el becerro y el león, y un niño pequeño los pastoreará... No habrá más daño ni destrucción en todo mi monte santo, porque estará llena la tierra del conocimiento de Yaveh, como llenas las aguas del mar”.[3]
Esta predicción nos presenta una segunda cuestión. Es evidente que hay algo que se ha debido interponer en el plan de Yaveh, que ha debido impedir (o retrasar) la llegada a la tierra de este paraíso de concordia; porque, de hecho, en nuestro mundo, el hombre continua siendo el peor enemigo del hombre.
Dejando de lado la idea del pecado como posible explicación de nuestros odios y desigualdades, ¿cuales son las causas de este desorden social? ¿Y por qué nos encontramos con una propuesta como la RB para paliarlo?
Para la primera pregunta, algunos sociólogos dirán que, “en nuestras sociedades, son las desigualdades sociales las que enfrentan a los hombres contra los hombres”.[4] Si esta fuese la causa originaria, entendemos que a un autor de la talla de Ralf Dahrendorf no le consuele la respuesta que da Diderot cuando dice que las desigualdades en la vida son como en el teatro, que al final de la función todos los diferentes personajes que actúan se convierten en iguales; sería algo así como decir que, al final de la vida, todos somos iguales ante la muerte, una explicación que no deja satisfechos a nadie, aparte de que no parece de mucho consuelo que sea en el hecho de la muerte donde los seres humanos encontramos la equidad. Por eso R. Dahrendorf intenta darnos su propia respuesta, que la desarrolla de acuerdo con cuatro preguntas precisas: “¿Por qué hay desigualdades entre los hombres? ¿Cuáles son las causas? ¿Pueden ser reducidas, e incluso eliminadas? O, ¿tenemos que asumirlas como un factor indispensable de la estructura de la sociedad humana?”.[5] Lamentamos que no haya espacio en este trabajo para comentar las oportunas reflexiones que hace a cada uno de estos genuinos interrogantes. [6]
Pero es la segunda pregunta, la cual es el objeto de nuestro estudio, a la que vamos a dedicar nuestra atención, por tratarse de la finalidad principal de este trabajo. Giorgio de Santillana comienza diciendo que “la Biblia no es un libro científico. [Pero añade que este matiz no debe ser un obstáculo para que no] comience con una teoría acerca del principio del mundo. [Y es que, añade], las explicaciones acerca de las diferentes cosmogonías, cuando se afrontan, suponen un intento de dar respuesta a las muchísimas incógnitas que surgen de este desafío”.[7] Metodológicamente, algo parecido nos ocurre al enfrentarnos con la existencia de una propuesta como la RB, donde trazar sus orígenes supone rastrear en el tiempo las múltiples visiones que existen sobre los factores que conforman el contenido final de la misma, unas similares y otras opuestas. Supone, a su vez, indagar entre los muchos pensadores que han intuido la necesidad de proponer algún tipo de solución, encontrar alguna clase de instrumento eficaz, para luchar contra la injusticia social, contra el desorden imperante, utilizando como instrumento alguna expresión conducente a la formulación de la RB.
Cualquier rama del saber o utopía social es el producto de una larga historia; como nos recuerda Vives, es mucho más lo que se ignora que lo que se sabe. Esta advertencia nos lleva a que, en este trabajo, sólo vamos a intentar perfilar la evolución del concepto[8] de lo que hoy se conoce en el territorio español como Renta Básica (RB). Para ello, comenzaremos por seleccionar una variedad de autores, cuyas propuestas sociales (o religiosas) tienen en común la preocupación por corregir las desigualdades sociales que las poblaciones sufrían en sus correspondientes momentos y sociedades. Estas preocupaciones y propuestas van a constituir una parte del pensamiento que se ha ido conformando a lo largo del tiempo y que, en su momento, van a trazar y determinar las características estructurales que fundamentan parte del concepto de RB.
Al estudiar el concepto de RB nos hemos encontrado con muchos autores que utilizan el mismo término para explicar diferentes propuestas sociales como si estas fuesen equivalentes entre sí, a la vez que aplican diferentes términos a una misma propuesta como si también fuesen sinónimos. Por ejemplo, autores de nuestro país, o de habla castellana, han aplicado todos los términos imaginables al concepto de RB: comenzando por el de asignación básica ciudadana, asignación universal, asignación universal incondicional, dividendo social, garantía universal de subsistencia, pasando por el de ingreso ciudadano, ingreso mínimo, ingreso mínimo garantizado, ingreso de subsistencia incondicional, ingreso universal, ingreso social, mínimo vital, renta activa, renta económica básica incondicional, renta garantizada de ciudadanía, renta incondicional garantizada, renta individual universal, renta mínima, renta social, renta universal garantizada, paga universal, continuando con el de salario ciudadano, salario de ciudadanía, salario social, subsidio ciudadano, subsidio universal incondicional, subsidio universal garantizado, o finalizando, por ahora, con el de sueldo base incondicional, y la transferencia universal. Esta utilización tan imprecisa y generalizada de los conceptos y de los significados no ayuda nada a entender que supone y persigue la RB, y mucho menos las limitaciones que tiene cada una de las diferentes prestaciones sociales actuales: las conocidas pensiones y subsidios. [9] Tampoco ayuda a clarificar cuales son las características que distinguen a cada una de las variantes o modelos de la RB que han ido surgiendo. Toda esta diversidad de términos y modelos nos impone a que, en lo sucesivo, tengamos que hablar de rentas básicas (RBs), sí realmente queremos entender y descifrar que objetivos persiguen cada una de ellas.
Aunque nos interesa principalmente la evolución de la RB en el territorio español, respecto a los precursores realizamos una aproximación internacional, debido a que no hay muchos en nuestro país; pero respecto a los versionistas, nos concentraremos exclusivamente en los autores de la cantera, aunque por razones que detallaremos, se incluya algún que otro extranjero.
La presencia de R. Nozick o J. Rawls en este estudio no es porque hayan diseñado propuestas o modelos de RB; se debe más bien a que formulan principios de rectificación de la injusticia, introduciendo términos tan importantes como el de compensación,[11] o la obligación de compensar cuando alguien haya violado el principio de justicia en la apropiación de bienes comunes (Nozick), y el de diferencia e igualdad para favorecer a los desprotegidos y reclamar la igualdad de oportunidades para los mismos (Rawls). También la inclusión de dos versionistas franceses se debe a que uno, Yoland Bresson, utiliza términos como el de renta de existencia y renta de actividad, frecuentemente utilizados para reforzar la justificación ética del concepto de RB; y el otro, Jean-Marc Ferry, emplea el de subsidio universal o renta social primaria como base para defender una renta de ciudadanía, y que coinciden con los vocablos usados profusamente por muchos de los versionistas de lengua española.
La casi totalidad de los precursores que aparecen en este trabajo no han formulado la propuesta de la RB incluyendo/articulando las características estructurales que la definen y concretan: individual, universal e incondicional; y menos las características de opción política que hemos desarrollado y que conjuntamente definen el modelo fuerte de RB. Diríamos que dentro de estos autores, unos sólo se han limitado a constatar la necesidad de una RB, mientras que otros se han dedicado a formular aspectos que, posteriormente sumados o restados, acabarían por conformar los rasgos esenciales que ayudarían a nacer el concepto; es decir, unos han abierto caminos por los que poder transitar, mientras que otros mostraban unos recorridos cuyos finales indicaban que no conducían a ninguna parte positiva. Siguiendo a Claude Lévi-Strauss, podríamos teorizar esta suma de aspectos positivos y negativos que conforman la RB de la siguiente manera: “dado que [la RB] se nos aparece como una [propuesta] social positiva, nos sentimos inclinados a definirla exclusivamente por sus características positivas.[12] No obstante, es preciso señalar que cuando hemos tratado de mostrar que era [la RB], al mismo tiempo estábamos indicando lo que no era; [es decir], los aspectos negativos pueden ser tan valiosos como los otros”.[13] En consecuencia, a la hora de definir el concepto y de explicar el modelo de RB que nos proponemos generalizar, tan provechosas son las aportaciones negativas como las aportaciones positivas de los precursores que hemos seleccionado.
Conservando el criterio cronológico mencionado, veamos entonces como se ha ido cimentando la propuesta de la RB. Pero, ¿hasta dónde remontarse?
José Iglesias Fernández, Barcelona, 23 de noviembre del 2020